¡GUERRA A LA GUERRA! ¡NI UNA SOLA GOTA DE SANGRE POR LA “NACIÓN”!
La lucha de poder entre los clanes oligárquicos de Ucrania amenaza con escalar hasta el conflicto armado internacional. El capitalismo ruso intenta utilizar la redistribución de poder del estado ucraniano para implementar sus ya añejas aspiraciones imperialistas y expansionistas en Crimea y en el este de Ucrania, donde cuenta con fuertes intereses económicos, financieros y políticos.
En el marco de la inminente crisis económica de Rusia, el régimen está intentando avivar el nacionalismo ruso para distraer la atención de los crecientes problemas socioeconómicos de los trabajadores: salarios y pensiones de pobreza, desmantelamiento del sistema de salud, así como de la educación y otros servicios sociales. En el medio del estruendo de la retórica nacionalista militante es más fácil completar la formación de un estado corporativo y autoritario basado en valores conservadores reaccionarios y en políticas represivas. En Ucrania la aguda crisis económica y política ha llevado a una creciente confrontación entre los clanes oligárquicos “viejos” y “nuevos”. Los últimos usan incluso formaciones ultraderechistas y ultranacionalistas para dar un golpe de estado en Kiev. Los “viejos”, la élite política de Crimea y el este de Ucrania, no desean compartir su poder y sus propiedades con el próximo gobernante de turno en Kiev e intentan apoyarse en la ayuda del gobierno ruso. Ambas partes recurrieron a la histeria nacionalista rampante: ucraniana y rusa respectivamente. Hay choques armados, derramamiento de sangre. Los poderes occidentales tienen sus propios intereses y aspiraciones y sus intervenciones en el conflicto podrían llevarnos a una Tercera Guerra Mundial.
Los grupos beligerantes de los jefes fuerzan, como de costumbre, a la lucha por sus intereses; a nosotros, la gente común, trabajadores asalariados, parados, estudiantes, pensionistas…, nos convierten en adictos a la droga nacionalista, nos lanzan a unos contra otros haciéndonos olvidar nuestras necesidades e intereses reales. A nosotros no nos importa ni puede importarnos sus “naciones”, en las que ahora nos vemos preocupados por problemas más vitales y urgentes —el cómo ganarse la vida se enfrenta con el sistema que han fundado ellos para esclavizarnos y oprimirnos.
No sucumbiremos a la intoxicación nacionalista. ¡Que se vayan al infierno con su Estado y sus “naciones”, sus banderas y despachos! Esta no es nuestra guerra y no debemos participar en ella pagando con nuestra sangre sus palacios, sus cuentas bancarias y el placer de sentarse en los mullidos sillones de las autoridades. ¡Y si los jefes de Moscú, Kiev, Lviv, Kharkiv, Donetsk y Simferopol, Washington y Bruselas empiezan esta guerra, nuestro deber es resistirnos a ella por todos los medios disponibles!
¡Ni guerra entre “pueblos” ni paz entre clases!
La lucha de poder entre los clanes oligárquicos de Ucrania amenaza con escalar hasta el conflicto armado internacional. El capitalismo ruso intenta utilizar la redistribución de poder del estado ucraniano para implementar sus ya añejas aspiraciones imperialistas y expansionistas en Crimea y en el este de Ucrania, donde cuenta con fuertes intereses económicos, financieros y políticos.
En el marco de la inminente crisis económica de Rusia, el régimen está intentando avivar el nacionalismo ruso para distraer la atención de los crecientes problemas socioeconómicos de los trabajadores: salarios y pensiones de pobreza, desmantelamiento del sistema de salud, así como de la educación y otros servicios sociales. En el medio del estruendo de la retórica nacionalista militante es más fácil completar la formación de un estado corporativo y autoritario basado en valores conservadores reaccionarios y en políticas represivas. En Ucrania la aguda crisis económica y política ha llevado a una creciente confrontación entre los clanes oligárquicos “viejos” y “nuevos”. Los últimos usan incluso formaciones ultraderechistas y ultranacionalistas para dar un golpe de estado en Kiev. Los “viejos”, la élite política de Crimea y el este de Ucrania, no desean compartir su poder y sus propiedades con el próximo gobernante de turno en Kiev e intentan apoyarse en la ayuda del gobierno ruso. Ambas partes recurrieron a la histeria nacionalista rampante: ucraniana y rusa respectivamente. Hay choques armados, derramamiento de sangre. Los poderes occidentales tienen sus propios intereses y aspiraciones y sus intervenciones en el conflicto podrían llevarnos a una Tercera Guerra Mundial.
Los grupos beligerantes de los jefes fuerzan, como de costumbre, a la lucha por sus intereses; a nosotros, la gente común, trabajadores asalariados, parados, estudiantes, pensionistas…, nos convierten en adictos a la droga nacionalista, nos lanzan a unos contra otros haciéndonos olvidar nuestras necesidades e intereses reales. A nosotros no nos importa ni puede importarnos sus “naciones”, en las que ahora nos vemos preocupados por problemas más vitales y urgentes —el cómo ganarse la vida se enfrenta con el sistema que han fundado ellos para esclavizarnos y oprimirnos.
No sucumbiremos a la intoxicación nacionalista. ¡Que se vayan al infierno con su Estado y sus “naciones”, sus banderas y despachos! Esta no es nuestra guerra y no debemos participar en ella pagando con nuestra sangre sus palacios, sus cuentas bancarias y el placer de sentarse en los mullidos sillones de las autoridades. ¡Y si los jefes de Moscú, Kiev, Lviv, Kharkiv, Donetsk y Simferopol, Washington y Bruselas empiezan esta guerra, nuestro deber es resistirnos a ella por todos los medios disponibles!
¡Ni guerra entre “pueblos” ni paz entre clases!
KRAS, Sección Rusa de la Asociación Internacional de los Trabajadores.
Nota aclaratoria de la Oveja: este material fue lanzado a las calles hacia fines de febrero. Desde entonces, el golpe de Estado se ha efectivizado y la situación en Crimea roza el estado de guerra. Resta todavía ver si habrá enfrentamientos entre los ejércitos de ambos países o si la región realizará un referéndum para ser anexada por la Federación Rusa.
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